No sé nada

miércoles, marzo 08, 2006

Ya fue, Lucybell


Cuando me empezó a gustar Lucybell como a los catorce o quince años, una de las cosas que más me gustó y me llamó la atención fue la voz de Claudio Valenzuela. Desde ese momento pensé que el grupo iba a poder funcionar siempre y cuando no se fuera él.
Y pasó. Todos se fueron menos él. Y creo que me equivoqué.
Si bien siguen siendo una agrupación que resalta dentro del espectro de grupos chilenos (sea por su talento o solo por el mercado), su música ha ido variando, sobre todo con el cambio de integrantes.
Cuando se fueron Gabriel Vigliensoni y Marcelo Muñoz en el 99, sí se notó el cambio.
De un disco absolutamente crudo y rockero como fue el Disco Rojo (1998), que reflejaba la más pura esencia de esa formación, se pasó a la producción que estrenó a Eduardo Caces en el bajo. El resultado fue Amanece (2000), que recurre a una sutileza no explorada antes por el grupo.
En 2001, Lucybell grabó Sesión Futura que fue su primer disco en vivo con dos nuevos temas ("Tu Sangre" y "Mil Caminos") y tres años después, el grupo lanzó su sexto disco, Lúmina, en el que aunó la experiencia acumulada con la fase pre y post recambio.
Pero a mediados de 2005, Francisco González, fundador del grupo junto con Valenzuela, también se retiró, dos años después haber emigrado a Estados Unidos para internacionalizar su carrera. Y otro cambio ya se ha hecho notar.
Tal vez no sea posible comparar la etapa que recién comienzan con la que el grupo tuvo cuando estaba comenzado, pero su sonido nuevamente se volvió más visceral. Da gusto oírlos tocar con tanta fuerza nuevamente, pero no es lo mismo.
Ahora con Cote Foncea en la batería se están "haciendo famosos". Y es su pose la que cambió. Debo haber ido facilmente a más de diez recitales de Lucybell desde mis 14 años y jamás había visto lo que pasó en noviembre del año pasado, cuando toda la cancha del Estadio Victor Jara le gritaba "mijito rico" a Valenzuela, mientras más de una decena de niñas pasaba desmayada por encima de la barra de contención. Y me dio un poco de pena porque sentí que uno de mis grupos favoritos estaba siendo muy manoseado por una masa de adolescentes que solo encontraban rico al vocalista, y porque sentí que ellos mismos manoseaban ese "éxito" de una manera que no me hacía muy feliz. Y ayer lo volví a ver. ¡Y en la tele!, ¡con Julio César Rodríguez!
Es extraño sentir que las letras ya no coinciden con la mística (si se puede llamar así). Ya no hay un punto de convergencia entre un cómo y un por qué, y eso me hace sentir triste.

1 Comments:

  • At 5:16 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Hola, como se llama el de camisa blanca?

     

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